
La primera es ¨brillante¨.
¿Por qué a algunas bailarinas las recuerdan durante mucho tiempo y algunas pasan
sin dejar huella alguna en la memoria del espectador? La actuación de una
bailarina está obligada ser brillante. Al salir al escenario tú no tienes
derecho de perderse, de convertirse en una sombra. ¡Estar nerviosa no
sirve de excusa!
La
segunda es ¨imaginativo¨. ¿Qué significa esto? Montando un baile, no solo
tienes que saber inventar una consecuencia de movimientos sino crear una imagen
de ti misma. Como eres tú en este baile, que emociones lo destacan, que
historia quieres contar al espectador… Créeme, el trabajo con la imagen no es nada facil, es igual de difícil que el trabajo con la técnica.
La
tercera es ¨expresivo¨. El trabajo con la imagen es la mitad de la tarea.
Para que el público pueda entender esta imagen tuya además de crearla hace
falta EXPRESAR aquellos sentimientos que te sientes bailando. Si tú quieres
tocar el corazón del espectador debes ¨sumergirlo¨ en la historia de tu imagen,
la cual estás expresando con la música y el cuerpo.
Y
la ultima, la cuarta palabra mágica es ¨contagioso¨. Si después del espectáculo se te acercan las
personas del público y dicen que viéndote bailar a ti a ellos también les
entraron las ganas de bailar o de apuntarse a las clases de baile o te aseguran
que les gustó tanto que no perderán ningún espectáculo de este tipo o
simplemente te agradecen por tu trabajo en el escenario – ¡felicidades! Has
conseguido a contagiar al espectador con tu baile, con tus emociones, con la
imagen que creaste, con tu actuación en general. Y esto es lo que nosotros, artistas,
queremos ver al acabar nuestra tarea. ¿Verdad?
Hoy hemos pasado al segundo escalón de nuestro
crecimiento artístico. Brillante, imaginativo, expresivo, contagioso. En la
siguiente parte pasaremos al tercero y el más complicado nivel de nuestro trabajo.
Llegar hasta allí significa llegar ya a un determinado punto de la madurez
emocional.¨